Antes de que comiences a leer:

Lector constante, debes saber que las historias que aquí se escuchan ya han sido contadas, quizás tengas esbozos de ellas en otro tiempo y en otras circunstancias.
Si eres nuevo debes saber que para entender la historia de nuestro asesino deberás viajar en orden cronológico hasta la entrada del día 5 de Octubre de 2011 y leer en orden ascendente.
~Atte: Tu narrador.

jueves, 6 de octubre de 2011

Me ha descubierto.
Conozco las reglas. Sé que me tengo que ceñir a ellas, sé que tengo que ponerme la máscara cuando no me dedico a mi trabajo, sé que solo puedo liberarme cuando se trata de algo profesional, sé que la gente no puede saber quien soy, sé que tengo que vivir resignado, que así las cosas van mejor, que lo hago por ellos y no por mí.
Pero he fallado y me ha descubierto.
Se las ha apañado para desenmascararme, para mirar dentro de mí.
Se las ha apañado para intentar hacerme creer que me quería, que quería estar conmigo, que me amaba, que había encontrado a alguien especial.
Pero de nuevo se equivocaba. 
~
Apoya su cabeza sobre mi torso desnudo, duerme profundamente y deja que sus sueños se filtren por entre las sábanas blancas de seda.
La retiro con sutileza, lo mas levemente posible. No parece incomodarse, únicamente retoza un poco una vez me he levantado.
Me parece que abre los ojos un momento; tan solo ha sido mi imaginación.
Se gira a la izquierda y me da la espalda.
Agarro la camiseta interior y me la pongo. Bajo al piso de abajo.
Tirada en el suelo, encuentro mi gabardina. Del bolsillo secreto, saco el revólver.
Está cargado. 
Subo de nuevo al piso superior.
Cuando el sol comienza a filtrarse un poco más por los amplios ventanales, ilumina la instancia.
Se despierta; eso no entraba en mis planes.
Le digo que vuelva a dormirse, me hace caso y espero un poco.
La estancia sigue oliendo a ella. Me acomodo junto a la cama y le beso levemente la mejilla rozándola con los labios.
Descubro una triste sonrisa lúgubre cuando aprieto el gatillo.
En el baño encuentro mis pantalones.
Me dedico un momento de reflexión, apoyado contra la pared mientras consumo un cigarrillo.
De camino al hotel me cruzaré con un policía.
Le dedico una sonrisa cuando cruzamos las miradas.
Él me la devolverá.
Nadie se preocupará por una joven y atractiva prostituta muerta de una habitación de pensión barata, alquilada bajo un nombre falso por un nombre sin rostro.
Quemo las sábanas y rompo los espejos, registro los cajones y finjo un robo. Antes de salir de su casa rompo uno de los cristales desde el coche y esto hace sonar la alarma.
La chica quizás no tuviera la culpa. Quizá todo fuera mi imaginación. 
Demasiado tarde. Me parece justo.
Cuando he terminado, de camino a casa escucho música clásica y sonrío.
Me había descubierto.
Te Quiero pequeña.



No hay comentarios:

Publicar un comentario