"En mi tumba un: no molesten, está durmiendo."
Día tras día me doy cuenta de que cada vez las cosas que me rodean pierden más el sentido para mí. No tengo moral ni para los míos. Carezco de paciencia, de sentimientos, de fuerzas para sobrellevar todo lo que acarreo conmigo.
¿Somos prisioneros de nosotros mismos?
He llegado a la conclusión de que sí, nos aferramos a las cosas que nos rodean y las circunstancias que los atañen. No poseemos el valor suficiente para ampliar las fronteras del conocimiento, tenemos miedo a lo que sucederá si se nos es arrebatado lo que poseemos y tenemos que empezar de cero.
Hecho de menos ser otra persona. Ser más feliz. Mirar a la vida con desprecio. Reírme de todo y que nada me importe lo más mínimo. Hecho de menos el amor.
Hecho de menos que las cosas fueran como antes, que algunas personas fueran como antes, que yo mismo fuera como antes.
Yo soy yo y la mierda que me rodea.
Pero al fin y al cabo, uno no tiene que decaer por muy abatido que se encuentre, por muy largo que sea el camino, por muy roto que se sienta, por muy oscura que sea la noche.
No hay camino intransitable sino viajeros cobardes. Si no hubiera quienes se oponen a todo pronóstico y triunfan contra toda posibilidad, todo el mundo renunciaría.
El mundo se muere de rabia. ¿Acaso lo único que puedo hacer es limpiarle unos espumarajos de la boca?
No hay comentarios:
Publicar un comentario